viernes, 3 de enero de 2014

Un cuento que nos ayuda a soñar

El Secretario de los Reyes Magos


Una vez al año, solo una vez, tres reyes muy especiales cruzan el planeta por tierra, mar y aire. No sabemos como lo hacen y quizás sea mejor así, porque si lo supiéramos la magia de esa noche dejaría de existir.
Estos tres reyes magos van siempre muy bien acompañados por sus pajes, quienes les ayudan a repartir los regalos que vosotros, los niños habéis solicitado. Pero como cada año son más los regalos que deben repartir, con el tiempo los tres magos de oriente se han vuelto mas despistados que una serpiente. Así que, desde hace unos cientos de miles de años, Estos tres despistados magos cuentan también con la ayuda de un secretario. Y lo más alucinante de todo, es que este secretario es en realidad un duende. Un duende tan pequeñito que muchos lo confunden con pulgarcito.
Este pequeño duende se llama Luno y lleva siempre bajo el brazo un mágico diario; en el que apunta todo lo que Melchor, Gaspar y Baltasar deben recodar. Para después realizar un truco de magia que estoy segura que te va a encantar:
Mientras los tres reyes magos duermen alrededor de una fogata que los mantiene calientes, Luno, su secretario se acerca a ellos con mucho cuidado, abre su mágico diario y sopla fuerte, muy fuerte sobre las paginas en las que ha escrito anteriormente. Y de pronto todas las palabras que estaban escritas en estas páginas, se convierten; como por arte de magia, en polvo de hadas. Este polvo de hadas sale volando, para después caer sobre las cabezas de los tres reyes magos. Y así, mágicamente; los magos de oriente nunca se olvidan de las tareas que tienen pendientes.
Pero aunque Luno realiza su trabajo con mucho tesón, a veces le resulta más aburrido que una navidad sin turrón.
En más de una ocasión Luno ha pedido a sus jefes, los magos de oriente que le asignen una tarea más emocionante y diferente. Los tres reyes no creen que sea una idea muy inteligente; pero después de doscientos años de pedirlo con mucha insistencia y muchos por favor, los magos deciden darle una oportunidad y haber que pasará:
-Esta noche viajaras con Baltasar- dice Melchor con decisión.
-Y tu misión consistirá en encontrar la mejor forma de ayudar a los demás. Si no lo encuentras antes de que el reloj marque las doce, volverás a tu tarea de hacernos recordar sin rechistar ¿Esta claro?
- Clarísimo señor- responde Luno mucho mas animado. – Encontrare una nueva tarea que realizar y ni os imagináis lo orgulloso de mi que vais a estar.
Pero el tiempo pasa y aunque ya han visitado cientos de casas, Luno aun no ha descubierto su manera de ayudar a los demás y lo peor de todo es que….
-¡Sólo quedan quince minutos para las doce!
Pero lo que Luno no sabe es que su suerte esta a punto de cambiar:
Pocos minutos antes de las doce, en una pequeña casa a los pies de una montaña, un niño de unos once años aún anda despierto y malhumorado:
-Vamos Nacho, vete a la cama, para que puedan venir los reyes magos a dejar nuestros regalos.
- Mama, no digas tonterías, ya soy un hombrecito, no puedo seguir creyendo en cosas de niños chicos. Su madre, se va a la cama entristecida, porque su hijo ya ha dejado de ser un niño.
Luno, que está asomado a la ventana; escucha toda la conversación y en ese preciso instante se da cuenta de cómo ayudar a los demás con su don:
Cuando el niño al fin se queda dormido en el sofá; Baltasar y Luno entran en la casa con mucho sigilo y cuidado. Y mientras El rey mago va dejando todos los regalos al lado de los zapatos, el pequeño duende se acerca al niño con mucho cuidado de no despertarlo. Abre su mágico diario y escribe: Jugar a los piratas con mi hermano. Acto seguido el duende sopla sobre estas palabras, las cuales se convierten en polvo de hadas y caen sobre la cabeza del niño justo en el momento es el que las agujas del reloj marcan las doce de la noche.
-¿Qué has hecho?- pregunta Baltasar muy sorprendido.
-Le he devuelto un recuerdo perdido- responde Luno alegre y divertido.
A partir de entonces, Luno viaja por los cinco continentes junto con los magos de oriente, devolviendo a los niños grandes un recuerdo que habían perdido tiempo antes; para que puedan seguir creyendo durante un tiempo más: en la magia, en los tres reyes magos y en la Navidad.
Fin


No hay comentarios.:

Publicar un comentario